Producciones destacadas de mis alumnos/as
Quiero compartir el relato elaborado por una alumna porque lo considero excelente.
El contenido trabajado era Literatura Regional y local. Después de leer, analizar y comentar cuentos de Octavio Cejas, la consigna fue entrevistar a personas del entorno cercano (familiares, amigos, etc) y pedirles que narren una experiencia extraña, sobrenatural que hubiesen vivido. Luego, debían convertir esa anécdota en un cuento.
A continuación, el relato de Mara Sureia Paradi, alumna de 5° 5°, turno tarde de la escuela de Comercio República de Panamá, ciclo lectivo 2020.
El ángel
En una de esas noches tan largas como los pasillos del hospital en el que me encontraba, la luna se asomaba leve por la ventana que estaba junto a mi cama. El vidrio era tan opaco que apenas entraba una pobre luz. Me encontraba dormida, sumida en mi sueño según los enfermeros. Mis ojos estaban cerrados pero yo no dormía, podría afirmarlo aunque los demás decían lo contrario.
Los abrí de repente y bien lucida me sentía, miré a mi alrededor y podía ver las otras camas del salón, eran varias y todos dormían.
A la señora que se encontraba al frente de mi cama la visitaba un hombre muy extraño por cierto; vestía un sobretodo largo color gris, era alto, delgado y con barba. Acariciaba el cabello de la mujer con delicadeza, algo le murmuraba con una voz suave. Pude observar que se inclinó y besó la frente de la mujer agonizante. Luego de eso giró y vino hacia mí; a paso lento llegó hasta mi cama, hizo lo mismo que con aquella señora, acarició mi cabello, el cual era muy largo, y suavemente me dijo:
“Nadie te llevará, pronto estarás bien, no puedes irte, tu misión está aquí, eres un ángel hermoso.”
Por más que intentaba mirar su rostro entre la penumbra de la noche, mi cuerpo estaba paralizado, quería moverme y no lograba hacerlo, hacía lo posible por darle movilidad a mi brazo y tocar a mi cuidadora, quería despertarla y decirle que había un hombre ahí, diciéndome cosas que no comprendía, un hombre sin rostro que nunca vi cómo llegó ni cómo se fue, porque simplemente desapareció entre las camas. Mi único recuerdo es su larga silueta y sus palabras. Lo que fueron unos minutos se convirtieron en horas.
Tristemente, luego de esa noche, al amanecer, fallecía aquella mujer que se encontraba frente a mí.
Tres meses. Cumplía tres meses de mi estadía en el hospital y aún recordaba aquel sueño, sueño según ellos. Pero yo lo llamo mensaje.
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